Cómo estamos preparando nuestra vida para las Misiones

Cómo estamos preparando nuestra vida para las Misiones

Sin Fyltro

Pensar en la misión, muchas veces lo hemos relacionado con tomar una decisión abrupta, sin una preparación previa, tanto emocional como espiritual.

Tal como les comentamos en el blog pasado (si aún no lo lees, ¡corre a leerlo!), la forma en que Dios nos llamó a la misión fue bastante inesperada. Ocurrió en un momento y espacio donde realmente no estábamos, ni en mente ni en corazón, preparados para entender lo que implicaba. De lo que sí estábamos seguros era que no queríamos que aquello que habíamos experimentado se disolviera en una mera emoción pasajera. Por eso, cada uno tomó la decisión de pedirle al Señor claridad sobre lo que necesitábamos para seguir avanzando en este proceso hacia PRISMA (no se preocupen, pronto habrá un blog completo para contarles de qué se trata esta escuela).

Los años siguientes nos concentramos en estudiar. Yhordan ingresó al Seminario Bautista para llevar cursos libres y se enfocó en comprender la teología detrás de la misión. Asimismo, llevó cursos sobre interculturalidad y se centró en leer mucho acerca de la iglesia. Para él, fue un proceso retador entender que, más allá del sentir, el nivel sacrificial de darlo todo por llevar el evangelio a más personas muchas veces traería dificultades y retos que lo llevarían a depender 100% de Dios. En medio de la prueba, solo le quedaría descansar en que Él seguía siendo bueno en todo tiempo. Reconocer la bondad de Dios en los buenos y malos tiempos, como seres humanos que solemos prejuzgar, muchas veces será el mayor reto.

Mientras tanto, yo, Sandra, centré mi enfoque en la introspección y en lo que implicaba para mi corazón ir a realizar misiones. En lo personal, siempre había tenido temor de que Dios me llamara, sobre todo porque soy de esas personas a las que les gusta planificar, ordenar y tener todo bajo control. (Sí, el Señor ha trabajado mucho en eso). Para mí, era importante aterrizar el llamado en mi corazón y entender lo que tenía que cambiar y sacrificar.

Durante todo el 2022, 2023 y 2024, Dios me mostró que mi vida en mis manos era una vida vacía y sin propósito. Pensar que el éxito profesional, la vida cómoda y la zona de confort eran suficientes, empezó a resultarme triste. Dios me llevó a comprender que la razón por la que no aceptaba el llamado era porque tenía dificultades para entender mi rol y mi identidad en Él. Durante casi dos años, me dediqué a escudriñar las Escrituras para entender qué decía Dios sobre mí, sus promesas y verdades. Fue un verdadero bálsamo para mi corazón. Algunas de las verdades que más impactaron mi vida fueron:

  • Él me dará paz
    "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado." (Isaías 26:3)

  • Él provee todo lo necesario
    "No he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan." (Salmo 37:25)

  • Mi valor como persona está en lo que Él dice de mí y no en el mundo
    "Ante mis ojos, tú eres grandemente estimado y digno de honra. Yo te amo, y por ti y por tu vida daré hombres y naciones." (Isaías 43:4)

  • Nací para adorarle
    "Porque para mí, el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." (Filipenses 1:21)

Estos versículos han quedado estampados en mi corazón en los momentos en que mi fe ha temblado. Y ahora que vamos camino a PRISMA, muchas veces las circunstancias parecen ponerse en nuestra contra. Sin embargo, algo maravilloso que nos dijo una amiga que ha visto nuestro proceso y que experimentó la Escuela Misionera hace algunos años es que PRISMA no comienza cuando llegamos a la escuela misionera, sino cuando decidimos ir y embarcarnos en la aventura de dejarlo todo atrás para conocer más del anhelo del corazón de Dios.

Hoy en día, que una persona dé su vida para el servicio de otros es algo contracultural. El mundo nos dice que vivamos para nosotros mismos, para nuestras necesidades, para nuestro disfrute. Pero, en medio de ese ruido, Dios sigue llamando corazones dispuestos a ir. Y aunque el camino ha sido desafiante, seguimos avanzando, lento pero seguro, con más claridad de que Dios nos acompaña en cada paso. La misión ya comenzó, y Él es quien nos lleva hacia la meta.

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